martes, 22 de junio de 2010

PRESUPUESTOS PARA UNA METÁFORA DEL CUERPO HUMANO.



Por Amauri Francisco Gutiérrez Coto (Ciudad de La Habana, 1974)

Lic. en Letras por la Universidad de la Habana

MS. en Comunicación Social por la Universidad Iberoamericana, México

Postgrado Internacional para Profesionales del Español AECI-Madrid

Miembro de la Asociación Hermanos Saíz



La historia de la imagen poética ha legitimado ciertas metáforas como espacios o lugares comunes y reconocidos por todos. La obra de Víctor García Leiko se apropia de esos sitios para explorarlos y explotarlos desde lo visual. Se trata de una creación que no da la espalda a la tradición imagenológica de la cultura occidental. El tema que articula su estética es el cuerpo humano a partir del cual realiza innumerables variaciones que articulan un verdadero itinerario de sucesivas metamorfosis. Aparecen el cuerpo escultura, el cuerpo fantástico, el cuerpo dialogal, el cuerpo amenaza y el cuerpo esotérico. En todos ellos lo corpóreo carece de una cara, de un rostro que configure una identidad personalizada. De manera que, en su camino, se ve que parte de una disolución de lo figurativo para llegar a una definición necesaria y no forzada. Curiosamente esa ruta va aparejada de un tránsito de lo tradicional a lo actualizado en términos de técnicas de expresión artística, se va desde el grafito y la cartulina al arte digital. El recorrido de su tropo va acompañado de una senda formal y expresiva muy armónica, tal parece que se está frente a un discurso artístico pensado todo desde antes, en el cual no se dejó ni el más mínimo detalle al discurrir temporal e, incluso, caótico a veces.

Sería necesario rastrear en la poesía aquellos versos entre los cuales no se puede apreciar ningún nexo por más remoto que este sea y ver cómo confluyen ellos el cuerpo como una continuación de cierto entramado vegetal. Es aquí donde una metáfora de la poesía sufre una metamorfosis y se vuelve visual. Se trata de un espacio en el que la poesía regresa al "lienzo" como muchas veces este último salta hacia el verso. Como, en esta metáfora concreta, la poesía se va hacia la plástica; veremos que ocurre en repetidas ocasiones con otras metáforas sobre el cuerpo, ya consagradas por la poesía, y que, en este artista, se vuelven un espacio inédito. La metáfora literaria de la poesía articula su propuesta estética.

En la obra de Leiko, es posible hallar cinco momentos esenciales con peculiaridades muy específicas, lo cual no significa que debamos reducir a ellos su creación. Nos referimos a las series Torsos, Monstruos, Amantes, El SIDA y Tarot del Cuerpo. La primera de ellas esta marcada por una enorme inquietud por jugar con los volúmenes de una manera inusitada. Persigue lograr nuevas texturas para un cuerpo donde su anatomía aparece como objeto arbóreo, a veces incluso, frutal o espinoso. Aquí es posible apreciar un afán por mostrar ese tránsito como una metamorfosis de lo humano a lo vegetal.

No ocurre así con la segunda serie en la que lo vegetal es un pretexto para travestir lo corpóreo del hombre en un ser irreal fuera de todo tiempo y espacio, un ser que reside en la fantasía. El cuerpo ofrece también una posibilidad de abandonar las fronteras gnoseológicas que se plantea el individuo, su forma puede llegar a ser mucho más de lo que nuestra imagen occidental ha pensado. El cuerpo es un lugar de búsqueda infinita una especie de aleph cercano desde donde parte una y otra vez el artista.

La tercera serie Amantes trata de recuperar para el cuerpo, hasta ahora único y protagonista, su dimensión relacional, su alteridad. La composición adquiere aquí una significación hasta ahora inédita en las series anteriores. El diálogo supone una posición, una postura, un lugar. La pareja como ente corpóreo se vuelve esta vez el motivo, la indagación en la dependencia del otro.

La cuarta serie El SIDA implica un fuerte parteaguas se apropia de los cánones del diseño gráficos y de la exquisitez de las "artes industriales". Juega con la tradición iconográfica más de la historia del diseño y realiza una lectura formal novedosa del art noveau. Con este estilo de diseño gráfico, crea un espacio mayestático para la irrupción de lo figurativo que no se queda ahí sino que adquiere una enorme simbólica.

Por último, Tarot del Cuerpo sacraliza la mujer desde una espiritualidad contemporánea que se despoja como es típico hoy de cualquier militancia religiosa de carácter dogmático. El cuerpo tiene aquí un valor oracular y el desnudo viene a ser esa revelación donde reaparece el art noveau como solución formal para dignificar la imagen.

El cuerpo que es un lugar común de búsqueda para la creación literaria y, especialmente, para la poesía; se vuelve el pretexto constante de este artista plástico para replantearse su mirada de la realidad y su universo de indagación.

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